miércoles, 23 de octubre de 2013

El camino hacia la esclavitud

La mayoría de las mujeres en estas condiciones aceptan ofertas de trabajo doméstico, de coperas o meseras en whiskerías o niñeras.  Luego son trasladadas en autos o en micros hasta el lugar de destino. Generalmente lo hacen solas, sin compañía de sus captores, modalidad que implementaron los delincuentes para dificultar la tarea de interceptar víctimas en su traslado: al ser interrogadas, las mismas confiarán a quienes ejercen el control que viajan a determinado trabajo, desconociendo aún el engaño que descubrirán al llegar.

Cuando la víctima llega a destino, entonces, es cuando conoce el verdadero "trabajo" para el que fue trasladada. "¿Por qué se queda?", aparece como una de las preguntas más frecuentes en este tipo de situaciones. Las redes trabajan con formas de sometimiento donde se observa una preponderancia de la afectación a la autonomía económica, mediante la retención de salarios y el sistema de "multas": al llegar, las víctimas ya están en deuda con los explotadores que les exigen el pago del traslado aduciendo que ellos "las compraron" a los captores. A eso se suman los descuentos en alojamiento, comida, limpieza, vestimenta, y hasta preservativos si quieren "cuidarse" de enfermedades de transmisión sexual y embarazos durante las relaciones que están obligadas a mantener. Las multas dinerarias alcanzan a las "faltas" como llegar tarde, no tener limpia la habitación, "peleas entre las chicas", quejas del "cliente", entre otras.

En muchos casos las víctimas tienen la posibilidad de salir del lugar por breves períodos de tiempo pero para los explotadores eso no pone en riesgo un posible escape: existen amenazas de represalias con los hijos, los padres o familiares de las víctimas verosímiles porque saben a ciencia cierta que los captores conocen dónde viven sus seres queridos, ya que fue allí, en sus ciudades de origen, donde las conocieron.

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